lunes, 22 de noviembre de 2010

La góndola


Él, como hace un caballero de los pies a la cabeza, se retiró honrosamente tras una batalla perdida. No se arrastró ni se arrodilló frente a la espada que lo hizo caer. Eso no lo hacen los caballeros, eso lo hacen los cobardes, y mucho menos culpó al vencedor de su derrota. Como buen caballero reconoció que perdió porque no hizo méritos por ganar y se fue. Se embarcó en el galeón al que llamaban "La góndola", que emprendía un viaje transatlántico que sería largo (quien sabe si para toda la vida). Nadie nunca dijo que fuera un viaje fácil, pero aún así se embarcó, sabiendo de sobra lo que podía encontrarse. Allí, en el mismo galeón, se embarcaba ella. Queriendo emprender una nueva vida, compró su billete y se embarcó sin pensarlo dos veces, quería conocer mundo y se le presentó la oportunidad de tomar este rumbo.

El galeón sale de la bocana del puerto y emprende el viaje. Todo va viento en popa, a un ritmo lento para que ellos pudieran disfrutar del viaje y de las maravillas del navío. Pero allá en altamar, no mucho tiempo después de partir, se presenta una tormenta. La tormenta arrecia con vientos fuertes que vienen de todos lados, el agua se cuela por todas partes, la lluvia dificulta la vista, las olas golpean las nobles maderas del navío que parece como si fuera a romperse en dos... Pero no, "La góndola" está hecha a prueba de vendavales y de tormentas. Las mareas no podrán doblegarlo, los vientos no podrán desviar el largo recorrido que aún le queda a este navío por recorrer... Ya sabían que no iba a ser fácil.

Pero ella al timón, él a las amarras y la ilusión por mascarón de proa nada ni nadie podrá vencer al galeón que llamaban "La Góndola" que va rumbo a un viaje muy largo. Quien sabe si para toda la vida...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que veo sigues escribiendo igual de bien, o incluso mejor.
Me alegro que "La góndola" siga navegando con un rumbo establecido.

Savilo dijo...

Gracias Anónimo por tu respuesta. Sigo escribiendo, y si no mejor al menos con más madurez, que no deja de ser el resultado de las expeiencias vividas.

Y sí, La góndola navega poco a poco, sin prisa por llegar a su destino... quizás porque sea un viaje de nunca acabar.

Un saludo!