martes, 10 de marzo de 2009

Le entrañable historia de un amor no superficial


No sé si conocéis el acuario de la calle San José (en Cádiz). Es una tienda de animales que comercializan, sobre todo, mascotas acuáticas (tienen una gran variedad de peces y de tortugas, de ahí lo de acuario). Pero no solo eso, también tienen conejos, cobayas y aves como mandarines, ninfas, periquitos y agapornis. No sé, tampoco, si conocéis a estos animalillos, los agapornis. También llamados inseparables o pájaros del amor. Son unas aves de la familia de las psitácidas (son esas aves de pico curvo, como los loros) y se caracterizan por ser muy sociables y muy cariñosos, además de ser capaces de enamorarse muy facilmente (y todo lo que ello conlleva, celos, enfados, ataques, reproches, besos, cariños, caricias... todo a su manera, claro está).

Resulta de que en esta tienda de mascotas crían a estos simpáticos pajarillos, y suelen tener una pareja apartada del resto en una jaula en el escaparate, a la vista de todo transeunte curioso que por allí deambula. Los más curiosos, como yo, se acercan a ver a esta parejita. Uno de los dos es de un plumaje amarillo claro y con cara naranja, precioso. El otro es verde pistacho con cara naranja. Éste tiene una particularidad, y es que, por problemas probablemente al nacer, problemas de salud de los padres o quizás un resultado azaroso de la naturaleza, es amorfo. Tiene la parte inferior del pico doblada, un ojo más alto que otro y le faltan dedos en las patas. Todo eso lo hacía tremendamente entrañable.

Es curioso como es capaz de sobrevivir y de adaptarse a las circunstancias. Pero lo más sorprendente es que su compañero o compañera de jaula no le deje de lado y le abandone a su suerte, si no que convive, le cuida y para colmo le quiere. Le quiere a pesar de ser deforme, le quiere a pesar de no ser el Duque de los agapornis, ni el Orlando Bloom de la fauna, le quiere porque esa deformidad lo hace particular, original y único, le quiere porque es diferente al resto. No es guapo... pero algo tiene. Ojalá muchos humanos aprendiéramos de ellos.

Si quereis conocerlo, la última vez que pasé por San José seguían allí. Les deseo, desde aquí, que les vaya bien y bonito. Salud!!

No hay comentarios: