Definitivamente ha llegado la hora… ¿o no? Pero si lo estoy viendo. Veo una sala dadora de vida, donde entra una persona… pero como por arte de la vida salen dos. Oigo gritos de dolor desesperados, sigo viendo manos entrelazadas… respiro suero, sudor, látex, agua, sangre, latidos, amor, vida… Se oye un llanto… no puedo estar soñando, esto no es un sueño. Si es que es tan real… pero tan idílico.
Te veo… pero sigo sin verte. Y aún así ya sé lo que necesitas… y más aún sé lo que te esperará cada día. Necesitarás descansar, para eso tienes preparada la cunita incomparable de un pecho, te arroparán miles de peluches de besos, te quitarán el frío hermosas mantitas de abrazos… Aunque todo esto sea una ilusión te aseguro que nada te va a faltar en la vida, ¿quién mejor que yo para prometértelo?
Ahora nos toca cuidarte. Qué menos, ¿no? Eres reliquia y símbolo del amor, arras y alianzas del cariño eterno, el único pan de la vida, el verdadero cáliz de la salvación, la común unión de todo lo nuestro. Eres el fruto bendito de dolores, caricias, pasión y sudores. Eres blasón impecable del pecado capital teñido del rojo de la vida, el rosa de la ternura, el blanco de la pureza, el azul de la libertad, el verde de la esperanza y el arco iris entero de la alegría. Yo soy el primer templario de la orden sagrada de tu vida, que es la mía… no tengo más remedio ni deber que protegerte.
Quizás no estés entendiendo ni una sola palabra de lo que te digo… o quizás seas tan irreal que ni te esté abrazando… ni me estés oyendo… ni te esté hablando…
Escrito y publicado originalmente el 16 de Junio de 2008
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